Guerras, hambrunas, revueltas, pobreza, desastres naturales... A la dificultad técnica de toda foto, se une con frecuencia la dureza y peligrosidad del contexto y el elemento de la urgencia por saciar a las redacciones tan pronto como ocurre la noticia. No hay tiempo para poses ni segundos intentos. Como resultado, toda la magnitud del drama queda inmortalizada en ese disparo.
El fotoperiodismo se caracteriza por mantener, por encima de todo,
Como el retrato de este niño trabajando los campos de Corea del Norte. La impasividad de su rostro, su postura, la profundidad del paisaje, el vacío a su alrededor y la gama de colores, le envuelve de un áurea irreal que recuerda a los viejos posters de la propaganda comunista de Mao.
También hay algo bello (o artístico!) en el contraste entre los marcados gestos de estas dos sedientas mujeres y sus alegres ropajes mecidos por el viento, rodeadas de una nada de color sepia.
Y es que, cuando arte y denuncia se juntan, la fuerza de la imagen puede resultar arrolladora, ¿no creéis?
Os invito a ver el resto en el propio blog de Reuters, donde cada autor da más detalles sobre el contexto en el que tomó su foto.